El cartero llamó a la misma hora de siempre, pero dos veces. Me encanta este cartero cuando contestas, primero dice –Buenos días- y continúa -soy el cartero.
Hoy preguntó: ¿Es usted el hombre conocido como Zadig?.
-Así es- respondí yo.
-¿Podría asomarse? Es que traigo un paquete demasiado grande y no cabe en el buzón-
Un paquete....¿De quién podrá ser?. Bajé los peldaños de las escaleras de dos en dos con la curiosidad devorándome.
Me miró con la complicidad del que llama todos los días a la puerta y sabe quien le contesta, siempre.
-¿He de firmar algo?- pregunté mientras leía atónito el remitente de aquella pequeña caja de cartón.
-No, no. Ya está bien así.—contestó, creo que con la misma curiosidad que yo tenía, al ver mi cara de extrañeza.
¿Porqué a mí?¿ porqué yo? Sin previo aviso. No entendía nada. No era mi cumpleaños. No celebraba ninguna fecha especial.
Pensé abrirlo más tarde. Era la hora de hacer la comida y de añadir el arroz al caldo de setas que estaba cocinando, pero no pude resistir la tentación
A medida que abría el paquete iba pensando del porqué de aquello ..para comprender. Ya había sacado algunas conclusiones del remitente pero cada cábala era más desconcertante que la anterior, y cada conclusión era desechada por algún detalle posterior.
No había ninguna nota aclaratoria. No, hasta que llegué a abrirlo del todo. Fue entonces cuando me di cuenta de que aquel paquete no era para mí, de que yo no era el destinatario,sino que era un simple eslabón de la cadena de mensajería.
Volví a empaquetar lo mejor que pude aquello que no me pertenecía, para entregarlo al verdadero destinatario, mientras maldecía mi suerte. No por el hecho de que aquello no fuera mío, ni por el de ser un mensajero más, sino por la muerte de una ilusión extraña, la de recibir algo sin saber porqué, de alguien que apenas te conoce.
Hoy preguntó: ¿Es usted el hombre conocido como Zadig?.
-Así es- respondí yo.
-¿Podría asomarse? Es que traigo un paquete demasiado grande y no cabe en el buzón-
Un paquete....¿De quién podrá ser?. Bajé los peldaños de las escaleras de dos en dos con la curiosidad devorándome.
Me miró con la complicidad del que llama todos los días a la puerta y sabe quien le contesta, siempre.
-¿He de firmar algo?- pregunté mientras leía atónito el remitente de aquella pequeña caja de cartón.
-No, no. Ya está bien así.—contestó, creo que con la misma curiosidad que yo tenía, al ver mi cara de extrañeza.
¿Porqué a mí?¿ porqué yo? Sin previo aviso. No entendía nada. No era mi cumpleaños. No celebraba ninguna fecha especial.
Pensé abrirlo más tarde. Era la hora de hacer la comida y de añadir el arroz al caldo de setas que estaba cocinando, pero no pude resistir la tentación
A medida que abría el paquete iba pensando del porqué de aquello ..para comprender. Ya había sacado algunas conclusiones del remitente pero cada cábala era más desconcertante que la anterior, y cada conclusión era desechada por algún detalle posterior.
No había ninguna nota aclaratoria. No, hasta que llegué a abrirlo del todo. Fue entonces cuando me di cuenta de que aquel paquete no era para mí, de que yo no era el destinatario,sino que era un simple eslabón de la cadena de mensajería.
Volví a empaquetar lo mejor que pude aquello que no me pertenecía, para entregarlo al verdadero destinatario, mientras maldecía mi suerte. No por el hecho de que aquello no fuera mío, ni por el de ser un mensajero más, sino por la muerte de una ilusión extraña, la de recibir algo sin saber porqué, de alguien que apenas te conoce.
Pero al tiempo, agradezco haber pertenecido a esta especie de aventura que me ha brindado la vida. Gracias.